Barro en nuestras manos. Según cómo lo moldeemos quedará. El que es malo, automáticamente lo desechamos. El que es bueno a veces lo maleamos porque no sabemos reconocerlo, porque lo mezclamos o por mil tonterías más. El de calidad superior siempre se reconoce.
Barro en nuestras manos. No lo parece, pero es una gran responsabilidad ser alfarero, al menos algunas veces.
jueves, 16 de diciembre de 2010
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