jueves, 16 de diciembre de 2010
Una promesa que quizá cumpla. O no.
Si un día abriera mi boca, o mejor dicho, aporreara el teclado con mis torpes manos y contara lo que bulle por mi atribulada mente quizá te horrorizaría lo que descubrieras, como cuando te acercas a un precipicio infinito. O quizá te sorprenderías porque ese precipicio se convertiría en espejo, pero no verías tu reflejo. Tan solo líneas irregulares que lo rompen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario