...señala el médico B. Pido ver el hijo de mis entrañas, pero mi miopía no me permite apreciarlo bien. Ahí está, entre croqueta y pelota de ping-pong, sujeto por una pinza. Se irá lejos de mi a ser estudiado y siento algo de pena por perderlo. Apenas me molestaba. Y surge el agravio comparativo. Otros, siendo peores, no han recibido el mismo trato.
Soy cosido como un pavo asado en Navidad. Me indican que me levante. Estoy mareado, no se si por la anestesia o por la postura. Quizá por ambas cosas. Una hoja con el tratamiento y amablemente me indican la salida. Me siento parte de un engranaje, como un coche recién salido del montaje...
sábado, 18 de diciembre de 2010
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