Bajo a recoger un encargo y me encuentro con alguien conocido. Charlamos animadamente y le cuento un sueño que he tenido recientemente. Paseo a caballo por un bosque de árboles que asemejarían olivos y a lo lejos veo a gente trabajando. Me acerco a ellos, me bajo del caballo, les saludo y me invitan a merendar. Luego prosigo mi viaje y llego a Lisboa. Convenimos en que urge un viaje a una localidad olivarera.
Por lo demás, pereza de fin de año.
Nota: No me ha llamado el Señor por la vía del vicio.
viernes, 31 de diciembre de 2010
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