martes, 15 de octubre de 2013

Las cookies

Hay cosas en las que uno, por ser un navegador impulsivo y compulsivo, no se fija. Pero, al final, de ser tan presentes, se hacen de notar.

Me refiero a las cookies. En realidad no son de pasta ni alimentan, pero se quedan ahí en tu ordenador, dando pistas de por dónde se navega. Y, por aquello de que la confianza da asco, al final te acaban recomendando de todo.

La primera vez que me dio por pensar en su existencia fue tras un viaje. Veía que la publicidad no paraba de recomendarme viajes a Madrid. Luego, a Londres. Y, por último, a París. Apenas le di importancia hasta que recordé que esa fue la secuencia de viajes que hice, salvo uno en el que le fui infiel a la red. Ahí empecé a sospechar de que quizá debería tener cuidado con ellas.

Posteriormente me comenzó a recomendar móviles. Justo cuando me estaba cambiando de aparato y de compañía. Y luego me empezó a sugerir ropa, complementos, calzado, lecturas... En fin, que nos bajamos las series de Internet huyendo de la publicidad y ahí la tenemos, a golpe de click.

Menos mal que uno solamente se mete en sitios decentes, que si no... Bueno, para eso está el modo incógnito. ¿O no?

1 comentario:

  1. Yo, hace mucho tiempo que no veo publicidad por internet. La extensión Adblock (el de la mano en el logo, no el ABPlus...) es buenísima. Lo bloquea todo! Hasta los anuncios que te meten al empezar los vídeos en Youtube. Claro, luego va uno a un ordenador ajeno que no tiene esa pequeña mejora instalada y se ve agobiado de banners...

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