domingo, 2 de octubre de 2011

Burbujas

Están dentro de la botella. Tiene un color rojo burdeos, como de un vino a medio hacer, cuando el azúcar de la uva se transforma en el alcohol que llenará las reuniones familiares en la alegría del reencuentro.

El enólogo me da a probar el líquido a medio fermentar en un curioso recipiente, una probeta donde a un vino vecino se le mide la densidad. Lo pruebo y me recuerda a un lambrusco suave. Es como un torrente de gas en mi boca, pero en su justa medida, con un sabor muy suave y poco alcohol, que es como me gustan a mí las bebidas.

Me ofrecen una botella. Y allí las veo. Burbujas que nacen desde lo más hondo de la botella de plástico, que van ascendiendo por los bordes de la misma hacia arriba, donde se juntan millones de ellas, formando una capa de color naranja suave. Y, de ahí, al cielo azul del tapón, que las deja salir lentamente a la atmósfera, pasando por mis manos preñadas del azúcar de las uvas que he cogido hace un rato.

Llego a casa y sigo celosamente las instrucciones de conservación. Al frío y con el cielo a medio tapar. Las burbujas han desaparecido. Ya han cumplido con su función. Tan sólo queda disfrutar de su trabajo. Gracias.

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