No recuerdo exactamente como sucedió, pero de repente me vi atrapado entre dos fuegos, sin saber por cual decantarme. Me sentí volar entre dos mares, pero tan quieto que apenas me movía. Pudiera ser efecto de alguna droga, pero ahí estaba. Entumecido. Mirando alrededor. En ese lugar al que nadie quiere ir pero que yo visito tan a menudo y en el que me siento tan a gusto. Era difícil mantenerse en ese equilibrio, pero creo que lo conseguí durante largo rato. Volando entre la nada. Un bosón entre campos magnéticos que me empujan hacia el infinito.
De repente, dos luces me atrajeron y me llevaron de nuevo al mundo del que creí haberme evadido. Tome tierra, pero intenté volver de nuevo. No es fácil. Hay que estar bien entrenado en el arte de volar con los pies en el suelo. Y, aunque creo que lo intenté, al final volví a él.
jueves, 15 de noviembre de 2012
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