martes, 2 de julio de 2013

La mascarilla

Hoy me he puesto una mascarilla. En los días anteriores, en cuanto llevaba dos horas en faena, empezaba a moquear y a gastar pañuelos como loco. Y hasta sentía molestias en los pulmones y la voz tomada. Y la veredas es que hoy ha ido mucho mejor la cosa. Bien es cierto que, visualmente, la cosa no quedaba muy bien, porque parecía una especie de Darth Vader cañí, con la mascara y el sombrero de paja. Pero como nadie me iba a ver, tampoco me preocupaba en exceso.

Hoy se perdió la azada. Bueno, en realidad me he dado cuenta de que se ha perdido, cuando iba a arrancar unas matas. Al final lo he intentado con la otra y lo he dejado por imposible. Lo que son las buenas herramientas. He empezado a pensar que si se llevaran toda la broza que estoy quitando, dejaría lo gordo limpio en un mes. A salvo de los innumerables detalles. Cuando ya tenía el recambio visto, ha aparecido. Bueno, treinta euros que me he ahorrado.

Los gatos me miran mientras trabajo. A veces se acercan, pero luego salen huyendo. Son otros tiempos. Y son otros gatos.

He pensado una entrada buenísima, de estas que no sabes por qué van y que tanto llaman la atención. Luego, en el parking, se me ha ocurrido otra. Lo que ya no se es si una reemplazó a la otra o bien nunca hubo dos. Luego, si eso, la pongo.

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