lunes, 1 de julio de 2013

Mañana de huerto II

Tras la tunda de ayer hoy he seguido con ánimo renovado. Ahora estoy hecho polvo, pero al menos me conformo con que las uñas están intactas.

Creo que había olvidado lo que me gusta la jardinería. Recuerdo esas mañanas de verano, con mi tío, poniendo un poco de orden en la selva que es el huerto, aunque hay que reconocer que tampoco quedaba tan mal. Hasta teníamos un proyecto urbanístico y todo. Tan solo nos faltaba alguien que lo mantuviera durante el invierno y agua para regar en abundancia. Osease, que nos faltaba lo principal.

La cosa se fue diluyendo. Las fuerzas fueron abandonando a unos y las obligaciones primero y la desgana después reemplazaron aquellas mañanas de verano. Tan solo actuaciones de emergencia. Lo que pasa es que la de este año es a lo bestia.

Quitadas las ramas del primer almez, hoy me he podido dar cuenta de la gran cantidad de ellos que hay en el huerto. De todos los tipos y tamaños.Y van para arriba que no veas. Pero de momento no los voy a tocar, sobre todo porque hay que deshacerse de lo ya cortado, que es una cantidad importante. A ver qué se nos ocurre.

Afortunadamente, una forma de reciclar es hacer puntales u horquillas para otros árboles. Ayer recicle una rama para la higuera y hoy otra para un membrillo zamboa, o lo que creo que es un membrillo zamboa, que estaba completamente doblado. Ha quedado una especie de arco bastante curioso. Además, me he dado cuenta de que después de las obras de la casa de al lado ha aparecido una especie de banco de obra con pinta tosca pero acogedora. Hasta le habremos ganado terreno y todo. Ya me extrañaba a mi el salto felino a tanta altura.

He recortado una palmera y he atado otras dos. La víctima del picudo tengo que limpiarla, cuando pueda. Me temo que las otras dos van por el mismo camino. Siempre erguidas, de forma señorial, pero abiertas en lo alto. Como si no fueran capaces de peinarse. También me he dado cuenta de lo gordo que tiene el tronco el ciprés. A pesar de no ser tan alto. Espero que no haya que actuar de emergencia sobre él. Ya está la higuera para eso.

Queda tantísimo por hacer que tengo asumido que no acabaré nunca. Pero al menos es un entretenimiento con el que no contaba. Me ha hecho recordar lugares que ya no visitaba, aun teniéndolos al bajar una escalera,  otros tiempos, otras personas ya fallecidas.

Es curioso que mi vida sea ya mas de muertos que de vivos.

1 comentario:

  1. Pues lo último no puede ser. Lo más que se puede es imaginar qué pensarían ellos de lo que hace uno. Es una especie de examen de conciencia con personas interpuestas, o su recuerdo. Pero la obligación de vivir le incumbe a cada uno. eso es ser una persona madura. Dicen.

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