En el trascurso de la clase, el coordinador TIC tocó a la puerta. Un alumno abrió la puerta. El coordinador pidió permiso para entrar a la profesora y ésta se lo concedió. El silencio se instaló en el aula.
Con desdén, comenzó a mirar la pizarra digital. Los alumnos observaban con seriedad y gravedad. El coordinador cogió una silla, que estaba coja, y se subió a ella. La silla se movía y estuvo a punto de caerse, pero nadie se rió.
Tras comprobar lo que quería, reintegró la silla a su sitio, se acercó a la profesora y preguntó por el delegado. Una niña levantó la mano tras ser señalada, y el coordinador procedió a dar las instrucciones pertinentes para la solución provisional del problema. El silencio se convirtió en respeto y, abrumado por la admiración, el coordinador salió del aula casi flotando, rumbo a otro hardware que reparar.
miércoles, 18 de enero de 2012
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