No es fácil vivir, como tampoco es fácil conocerse a uno mismo. Los espíritus pusilánimes y dubitativos siempre agradecen una mano que guíe, con más o menos fuerza. O, si no guíe, por lo menos indique donde se va, o dónde se debe ir, para evitar calentamientos de cabeza.
El problema es aceptar la idea de un espíritu superior que guíe nuestros pasos cuando no se aceptan imposiciones externas, a pesar de que es más que evidente que no se puede vivir sin ellas por mucho que se quiera presumir o negar.
Eso, y el no decidirse nunca.
domingo, 29 de enero de 2012
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