jueves, 5 de enero de 2012

Expedición gatuna

He empezado el año con mala pata. El otro día, al ir a saltar a la mesa y aterrizar mal, sentí el crujido. Me dolía al apoyar la pata, pero de todas formas era una cosa soportable. Mis amos, que son un poco hipocondríacos, me han llevado a ver a la señora donde me llevan cada vez que estoy malo. Veterinaria creo que se llama.

El caso es que esta mañana me han ido a buscar. Me ha sonado raro, porque por la mañana después de mi vuelta al huerto me acerco yo a verlos y ya me quedo a dormir en la cama grande o en la pequeña, según quiera o no sol. El caso es que he visto la cesta y me ha parecido raro. Y cuando me han metido en ella y me han dejado dentro pues más.

Al cabo del rato ha venido mi amo joven con una cosa blanca grande. Él estaba dentro, ha abierto un hueco y me han metido a mí. Iba como en un sofá detrás suyo, justo al lado de mi ama joven y principal. Delante, mi ama de noche. El caso es que la cosa blanca ha empezado a moverse y a traquetearse y he expresado mi disconformidad maullando. Pero no han debido hacerme mucho caso, porque no me han sacado. Luego ha dejado de traquetear, supongo que por mis quejas. Y luego vuelta otra vez. ¡Qué estrés!

Para distraerme me he asomado un poco por la ventanilla. Y he visto unas cosas brillantes, como que parecían asientos. Cabalgata creo que se llama. Un horror. Así que he decidido abandonarme y hacerme la rosca, a ver si puedo dormir un ratito, que ya llevo retraso en la siesta.

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