Camino de la libertad vi salir la luna por el horizonte. Jamás había visto una luna tan grande en mi vida. Recordé una explicación vaga sobre el fenómeno y me quedé satisfecho. Uno que es de fácil conformar.
Supuse que es una seña de buen agüero, porque últimamente me invade una sensación de desazón, de nerviosismo, no tanto de miedo, que no acabo a comprender ni ubicar. Justo cuando los temores del empezar otra vez invadían mi coche salió por detrás de la montaña. Y, de alguna manera, fui feliz un rato.
Los días se van alargando poco a poco. Casi podría decirse que ya se nota. Tan solo queda el mes de febrero y será entonces cuando el verano esté llamando a la puerta.
El camino seguía pasando y la luna se iba haciendo cada vez más pequeña, blanca y alta. Hasta que llegué a casa, y la perdí de vista, pues se ocultó sobre los tejados. O más bien nosotros debajo de ellos.
domingo, 8 de enero de 2012
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