Repaso el por qué de mi tontería. Supongo que está en ser solícito, amable y educado. El perfecto yerno, quizá. No soy capaz de ver la doble intención tras un grito de ayuda. Simplemente me lanzo y allá que me estrello. Me falta maldad. Como dijo la pintada, quiero ser malo, pero no me sale.
Suerte que para defenderme tengo el no creerme nada, la desconfianza, el colmillo retorcido, que afortunadamente no aplico demasiado, pero que una vez descorchado resulta mortal. O al menos esa es mi esperanza.
martes, 11 de enero de 2011
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