Hoy ha sido la última ascensión. Probablemente habrá mas, pero no serán la última. Porque hoy es la víspera, hoy es cuando acaba la etapa. Otra cosa sería engañarse. Y no están los tiempos para mentirse más de lo necesario.
El sol que muere en las tardes de septiembre tiene un color especial, un amarillo concreto, que irá tiñendo las hojas del valle hasta que los árboles mueran, esperando mejor ocasión en la próxima primavera.
El curvado camino está más concurrido que de costumbre. Me llegan las noticias sobre hechos futuros que me obligan a hacer cambios, pero no me importa. Siempre hay que adaptarse.
Me siento culpable por ser un privilegiado. Quizá es que me conformo con poco. O quizá la vida ha sido muy generosa conmigo en algunos aspectos. Que más dará el collar, sabiendo que existe el perro.
Subo y bajo rápido. Como queriendo empezar otra vez, rápido y del tirón. Quizá necesite ocupar mi cabeza con otras cosas para que las que tengo salgan de ella.
Tan solo queda desear suerte y empezar, como si nada hubiera pasado. Cosas del eterno retorno.
jueves, 15 de septiembre de 2011
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