Si hay algo que tienen las situaciones excepcionales es esa sensación de extrañeza, de estar donde no se pertenece que a veces me resulta agobiante. Y hasta hace sentirme culpable sin saber muy bien por qué. Pero el caso es que tú razón te sirve bien y confirma el hecho del extrañamiento, aún cuando pienses en lo que estará pasando allá donde debieras estar. Me siento un poco extraño aquí. Como en todos sitios.
Había olvidado lo que era la rutina en una ciudad. Hoy he caído en ello cuando me he cruzado con la misma chica al salir del hospital. Hacer las mismas cosas a las mismas horas. Encontrarte con el autobús urbano repleto o el interurbano que va a ese pueblo cuyo nombre te hace tanta gracia que repites bajito para ti mismo mientras vas por la calle y que te sigue haciendo la misma gracia que el primer día. Con el tiempo, y con la confianza que te da el ser desconocidos, hasta acabarás saludándolos.
miércoles, 16 de enero de 2013
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