Vamos para una semana aquí. Sigo en el pasillo, esperando. Al principio esperaba con ánimo, pero ahora me, nos, sentimos grises, como el lluvioso y frío día que hace fuera. Tanto que, pese a no tener la calefacción puesta se han empañado los cristales.
Una señora recién operada pasa camino de su habitación. Tiene bastante buen aspecto, al menos lo que se ve.
Conversaciones en los pasillos, vía móvil. Ahí fuera la vida sigue y hay que atender el día a día. Por eso los hospitales son como una isla, con su tiempo, su espacio, sus rituales. El pasillo es ese lugar donde los dos mundos se unen, donde la gente espera, pasea y desespera. Y donde se hurta la verdad a los enfermos. Aunque el enfermo lo sepa y no lo diga. La verdad está ahí y a veces es tan evidente que es mejor obviarla.
No son buenas las borrascas para los enfermos. Quizá si mañana saliera el sol...
sábado, 19 de enero de 2013
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