Bajamos nosotros también a radiología. Pasillo esquivo, recovecado y de azul viejo. Nos recibe un mesita con un pascuero de un rojo algo verdoso todavía no muy ajado.
El procedimiento es rápido, no hay nadie. Primeras informaciones sobre el diagnóstico y primeras pistas del tratamiento, normalmente alejadas de lo que luego ocurre. Al menos eso nos dice la experiencia.
Mientras esperamos, conversan las encargadas. Si hay algo fascinante en las visitas a los hospitales son los diálogos entre los empleados, que van desde lo laboral, con sus rencillas y quejas hasta lo amoroso, con pormenores detallados casi tanto como los análisis. Todavía recuerdo los problemas de la auxiliar de observación de este verano con su actual pareja, así como las interesantes indicaciones y sugerencias de su compañera. Sin ser yo el enfermo, quedé vacunado.
Tomamos el ascensor de vuelta a la sala. Excesivamente concurrida, con antiguos compañeros de espera en el tránsito de pruebas. Una enfermera ofrece sus servicios. Sanitarios, por supuesto...
Madres que esperan y comparan a sus hijas. La vida es cada vez más dura y competitiva. Con año y medio ya dice nariz en inglés. Quizá sea otro niño que tenga, pero me da cosa volverme, estoy de espaldas.
sábado, 12 de enero de 2013
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