lunes, 25 de febrero de 2013

Lunes

Otro día que se va, sin mas pena ni gloria que veinticuatro horas que pasan. No tengo muchas ganas de nada, tan solo me preocupo de cosas insulsas, estúpidas, banales. Mejor así, que la trascendencia no trae nada bueno. Mantener la mente alejada de los pensamientos. No es mala idea.

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Voy por butano y me traigo naranjas. Agradezco la amabilidad. Nada como la fruta de autoconsumo, criada con cariño y agua buena de la sierra, ahora que todo lleva carne de caballo. Por cierto, que alguna vez comí esos canelones y no he notado nada raro, salvo unas sospechosas ganas de salir trotando que se me pasaban apenas acababa la digestión. Y, ahora que recuerdo, en alguna visita a la tienda del hogar de nuestros días comí albóndigas. ¿O fueron croquetas?

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Hay algunas piezas del método de batería que se atascan. Parece como si las baquetas estuvieran celosas, y motivos tienen. Con este pluriempleo se ve uno obligado a elegir, renunciando a uno mismo. Me pregunto quién me cuidará cuando yo sea viejo. Quizá, con suerte para el Estado, no llegue. Seria beneficioso para todos: ellos no me pagan la pensión y yo me evito las comparaciones y las lamentaciones. Hay que buscarle lo positivo a todo.

Y, a veces, el tercer pie al gato.

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