Rato agradable, un momento de hablar con un poco más de tranquilidad con quien comparte casi medio día de tu vida.
Antes eran más frecuentes estas reuniones, pero de un tiempo a esta parte parece que escasean. Quizá es que uno se hace mayor y se acostumbra demasiado a un estilo de vida distinto. O quizá la compañía no convence bien por unas cosas u otras. Claro que con este ojo una vez lo intenté y salí escaldado. Me dijeron una vez que en estas cosas hay que insistir hasta que te cueles en la bombilla, como el grupo aquel, pero noto que ya no es lo mismo, que quizá me faltó algo, que ahora me siento robado y sin posibilidad de resarcirme. Pero a estas alturas del partido ya no puedes hacer cambios.
Tan solo jugar lo mejor que se pueda la pelota.
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