Se me ha quedado el móvil champion. Es una expresión que nos sirve para definir que uno de mis aparatos, telefónicos, ha decidido que no quiere que lo toque más. El caso es que tocar, lo que es tocar, se deja, pero responde un poco a lo loco. Una pena.
Llevaba ya dos años y casi seis meses. Una eternidad para un aparato electrónico moderno, por aquello de la obsolescencia programada. Una lástima, porque tenía preparados grandes proyectos para él, pero no creo que se cumplan. Quizá pida presupuesto, a ver si el arreglo no saliera muy caro, pero no se si invertir en resucitar el cacharro me saldrá a cuenta. Googleando por las posibles causas de la avería y sus soluciones, por lo menos 50 euros puede costar la broma. Aunque para eso, me los ahorro, espero, y me compro uno nuevo con sus modernidades, que también le apetece a uno. Lo malo es el periodo de aclimatación, que ya se hace uno a los aparatos y luego le da cosa evolucionar.
El mes de febrero, con sus cosas. Siempre tan caprichoso.
viernes, 8 de febrero de 2013
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