He perdido un blog. Un blog de esos a los que uno se asoma de vez en cuando, como aquel que va a una fuente a beber agua fresca. Supongo que es por mi estúpida manía de no hacerme seguidor de ninguno, en esas reglas que uno se inventa como sustituto de la religión o de las normas de algún club porque aquél al que quieres pertenecer no te quiere como miembro.
El caso es que se me ha perdido. He rebuscado por entre el historial, pero no aparece nada. Quizá haya sido en otro ordenador, así que cuando lo tenga delante volveré a rebuscar. Y mira que hoy en día los navegadores te ofrecen sincronizar todo y ya se depende menos del ordenador como final de la información, traspasando eso a tu cuenta personal. Pero es tal mi resistencia a las nuevas tecnologías que prescindo de esas comodidades. Por eso hasta la agenda del móvil me parece un invento del maligno.
Supongo que en algún otro momento lo encontraré. Mientras tanto, escudriñaré mi mente. O lo que queda de ella.
PS: Ya apareció. Mi cabeza todavía funciona.
domingo, 7 de octubre de 2012
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