La plaza es donde se reúnen. La plaza es donde se despiden. La plaza es el centro del pueblo, el eje de sus vidas.
Por la mañana tiene color blanco, del nuevo día que amanece. De la gente que se levanta y se saluda por primera vez, que desayuna y va por el pan o el periódico. Tiene el sentido de la prisa, de la gente que va a resolver un papeleo o va al banco a pagar un recibo. O quién sabe que mil cosas más.
A medio día la plaza tiene el olor del aperitivo, del vermut, de la cerveza con el amigo a la sombra de los árboles, de la tapa. El calor se ha hecho más fuerte y se busca con quién compartirlo, porque entre más a menos calor se toca.
Por la tarde la plaza tiene la textura de la arena. Primero guijarros y luego, conforme se acerca la noche, arena fina. La gente sale de sus ocupaciones y se reúne, piensa por un rato en ella, en disfrutar de la compañía de los que siempre se buscan, para que la magia de la noche, cuando caiga, los alcance a todos. Entonces la plaza ofrecerá su mejor vista, la de la compañía en el primer fresco tras el sol caído. Pero el sueño vencera y la plaza ofrecerá el sonido del silencio. Tras un día agotador no queda más que descansar. Es mucha su responsabilidad. Alegrar los corazones de sus moradores.
Hasta mañana, que descanses.
sábado, 20 de agosto de 2011
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