Mientras esperaba pacientemente entre coches nuevos que me desplumaran a sabiendas, me asomé al ventanal y lo vi. Estaba en la mediana, con su mochila y un cartelito que ponía la ciudad a donde quería ir.
Vestía vaqueros y una camiseta amarilla. La mochila era de aspecto militar. Tampoco le presté mucha atención, pero creo que más que los coches que pasaban cerca de él, que a toda prisa seguían con su camino. Intentaba hacer todo tipo de muecas para atraer su atención, pero todo era en vano.
Cuando terminé la espera y salí desplumado camino a casa no lo vi. Quizá ya había sido recogido por alguien que quería compartir su camino con él. Aunque lo más seguro es que, al estar ahí, dentro de mi coche, me hubiera convertido en uno de esos que va a toda prisa sin ver lo que le rodea, tan solo porque está fuera, aunque cerca, de su mundo en ese momento.
martes, 30 de agosto de 2011
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