Si con algo tengo problemas es con mi ubicación espacio-temporal. Quizá en estos momentos yo no debiera estar en mi casa, no sé si la de verdad o la de mentira, delante de la pantalla de este portátil, sino lejos de aquí, conduciendo en una ciudad extraña o viendo la tele en una aséptica habitación de hotel, desenvolviendo el bocadillo de gasolinera previamente preparado o buscando por calles desconocidas un lugar donde comer si es que mi vergüenza me lo permitiera.
Pero aquí estoy, poniendo por escrito aquello que he pensado y no he dicho, pues son realmente mis manos las que hablan, ya que mi boca decidió no decir nada de interés hace mucho. Y mi cabeza, o lo que queda de ella, tan solo es el viejo almacén donde se pudren mis ideas y recuerdos, donde no hay nadie que las ordene o, simplemente las desempolve y las lea.
Quizá soy un cobarde. Quizá sea un cobarde porque soy un presuntuoso, porque creía que realmente estaba todo hecho con tan solo ir y decir un par de palabras en inglés. Posiblemente me equivocara, pero eso ya no lo sabré nunca. O quizá aplace un año la incógnita, siempre que no caiga en ese bucle en el que parece que llevo toda mi vida.
Pero ha vuelto a suceder. Vivo con miedo. Vivo en la mentira. Vivo en el pensamiento de una estabilidad que solo yo respeto y que solo yo entiendo. ¿Qué necesidad hay en cambiar lo que funciona, aunque sea a golpes? ¿Por qué cambiar mi cómoda vida? ¿Por qué empezar otra vez de cero sin necesidad?
Quizá porque haya que vivir. Ya es lo único que me queda.
miércoles, 18 de abril de 2012
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