Cada vez que conozco a alguien, y tras coger un poco de confianza, un día, y de sopetón, siempre me escupen la misma pregunta.
Yo, muchas veces, no sé qué responder. Pienso en la respuesta, en la respuesta sincera que llevo dentro. Pero, entonces, me acuerdo de la frase de mi tía Carmen que decía "Al que quiera saber, ¡Mentira con él!" No es que busque mentir a la gente, pero es que la respuesta es tan incomprensible para el resto de los mortales que, normalmente, siempre respondo con alguna evasiva.
Aunque eso no siempre fue así. Recuerdo la primera vez que me preguntaron que yo, inocente, fui sincero en la respuesta. A cada palabra emitía mi receptor ponía una cara bastante rara. De modo que cuando mis frases completaron su cara de sorpresa, añadí un "¡es broma!" para tranquilizar a mi interlocutor y, de camino, despejé la conversación llevando la pelota a otro terreno. Así que, desde entonces, siempre me invento algo según la ocasión, persona y contexto. Que tampoco es plan de pasar por más loco de lo que es uno.
Claro que a veces digo la verdad y me quedo tan ancho.
miércoles, 25 de abril de 2012
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