Hay veces que uno tiene sueños. Y parece que esos sueños se van a convertir en realidad. Son tan vívidas las sensaciones que los dedos casi las alcanzan. Pero, en algún momento, se desvanecen.
Las cosas surgen así. Los momentos llegan y se van y lo propicio en este instante se convierte en imposible en el siguiente. Es la vida la que decide, con su caprichosa varita, el por qué de las cosas. Y así lo tenemos que aceptar.
sábado, 21 de abril de 2012
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