- Yo creo que, más que enseñar, lo que hay que hacer es aprender. Aprender a partir de lo que has visto, de los errores, aprender de tu maestro. Si no aprendes, enseñar es algo vacío, carente de sentido, predicar en el desierto o, lo que es peor, predicar en un océano de gente que no te escucha.
+ Hombre, el enseñar también tiene su importancia. No es todo aprender, porque hay que tener de quién. Por eso debemos buscar a aquellas personas de las que aprender, los verdaderos maestros en lo suyo, aquellos de quién podernos fijar, con quien poder discutir. Aquellas personas con las que se puede establecer la relación mística, por la que todo fluye, como la tierra que alimenta a todo aquello que se enraíza en ella.
- Pero no olvides que, una vez caídas, las hojas vuelven a la tierra.
sábado, 19 de mayo de 2012
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