Otro día más. Tarde en casa, cosa que podría calificarse de milagro según como está el patio últimamente. Y he aprovechado para tocar la guitarra. Horror de cejilla, escalas que suenan a perro. Solo mis fieles acordes me han querido hacer feliz.
Con eso habrá que conformarse hoy.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
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