Estaba un pedagogo en una consejería de educación y le propusieron el siguiente juego: adivinar, de una serie de objetos, cuál era un niño.
En un primer momento, le pusieron delante un niño, una farola y una lavadora. Con muchos apuros, el pedagogo señaló la lavadora.
Tras cierta sorpresa y confusión, los científicos encargados del caso propusieron poner delante del pedagogo una maceta, una farola y un niño. Al cambiar la maceta por la lavadora, pensó que el niño debería ser uno de los objetos que no habían cambiado. Y entonces señaló a la farola.
La sorpresa de los científicos fue en aumento, y decidieron cambiar la farola por un semáforo. Tras preguntar al pedagogo, éste respondió que el niño era el semáforo, pues a fin de cuentas una farola y un semáforo tienen cosas en común.
La cara de los científicos no hacía más que empeorar, así que decidieron cambiar la maceta y la farola por un ordenador y un paraguas respectivamente. En este caso, la respuesta del pedagogo fue rápida. Señaló al ordenador. "Es un niño, y además un niño TIC" respondió con cara de felicidad, mientras recitaba las indudables ventajas de los ordenadores en las aulas.
Absolutamente desconcertados, los científicos dedieron hacer una última prueba. Cambiaron el ordenador por un león. Y entonces el pedagogo señaló inequívocamente al león, que casi se come al niño, de no ser por el paraguas.
Definitivamente, los científicos dejaron al niño delante del pedagogo.
Pero, en ese momento, el pedagogo no supo donde señalar.
martes, 16 de noviembre de 2010
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