Después de hacerme fuerte, no tengo más remedio que reconocer mi debilidad. Me engaño a sabiendas de que vivo en una mentira, pero es lo que hay. Juegas con el ajedrez de los sentimientos ajenos, quiero pensar que desconociendo las piezas que manejan y la importancia que tienen. Sería demasiado cruel que lo hicieras a sabiendas, pero en cierto modo no me fío de ti.
Juegas a la lejanía y te acercas cuando te conviene, pero nunca llegas a tocarme. Sabes que soy una batalla ganada de antemano y no piensas luchar, porque además de inútil no tiene sentido.
Y yo sigo engañándome, pero no por mucho tiempo. A fin de cuentas, hay ciertas cosas que de antemano están proscritas.
Y soy más fuerte que tú.
domingo, 28 de noviembre de 2010
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