Cuando me he levantado esta mañana no me podía yo figurar que iba a acabar haciendo lo que he hecho. Desgraciadamente no se trata de una inmoralidad o un atentado contra los siete pecados capitales, porque con este calor la verdad es que la tentación de pecar se reduce al mínimo.
No se de qué manera se ha liado la cosa que, cuando me disponía a cortar unas ramas de un árbol que nos estorbaba, nos han cambiado la orden y hemos tenido que colocar unos platos en la terraza, para decorar una pared blanca y sosa y así hacerle la competencia a la Alhambra.
Lo primero ha sido ir en busca del taladro, o guarrito como le decía mi tío. El caso es que cuando el vivía y estaba en condiciones él se encargaba de todo y una vez que murió yo no me vi con fuerzas para seguir en sus labores del bricolaje casero del tipo "hay que colocar tal cosa en tal sitio" Digamos que el taladro ha sido una asignatura pendiente desde hace mucho tiempo.
De hecho, a mi me daba pánico el ruido del chisme y la vibración que producía me conducía irremediablemente a soltarlo, pero hoy he puesto fin a esa sensación enfrentándome a mis miedos y vibraciones.
A la hora de colocar el primer plato he marcado con un lápiz la ubicación del necesario punto de sujección del mismo y he asido con fuerza la infernal máquina. Lo he enchufado y he apretado el botón. Lo he fijado en la pared y he apretado hasta el fondo. La broca ha empezado a girar, comandanda por el potente motor del instrumento eléctrico y, girando girando, ha penetrado en la blanca y virginal pared. Cuando ha empezado a brotar arena rojiza del ladrillo he parado y extraído con delicadeza la broca. He buscado un taco de 6 pero luego he recordado que mi tío siempre usaba un taco un número mayor que la broca usada, y he buscado uno del 7. Ayudado por el martillo he fijado el taco en la pared y luego he puesto la alcayata. Y he procedido a hacer una prueba de carga con un plato. Perfecto.
He repetido la operación un número finito de veces, concretamente 5 mas, y ya tenemos una colección de platos enseñoreando nuestra blanca pared de la terraza. Y lo que es mejor, he superado uno de mis ancestrales miedos, el uso del guarrito.
Ha nacido Mr Taladrator. ¡Larga vida a Mr Taladrator!
lunes, 1 de agosto de 2011
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"con este calor la verdad es que la tentación de pecar se reduce al mínimo". En todo caso la tentación habría que sudarla.
ResponderEliminar"De hecho, a mi me daba pánico el ruido del chisme y la vibración que producía me conducía irremediablemente a soltarlo". Virgen santa! Eres más peligroso que una caja de bombas.
Pues ya que somos King of the Taladro podríamos, no sé, pensar en armas más subacuáticas y submarinísiticas, vos mentendés.