Hoy, en una discusión post-desayuno con mi rubia favorita, hemos estado hablando de las comodidades de vivir en ciertas zonas recónditas con distribuidoras de alimentación que van al grano y a la marca blanca. Si bien es cierto que aunque a veces hay quien le gusta un pequeño caprichito gastronómico, casi lo único que no te prohíben ya, no siempre este capricho se puede materializar. Y es entonces cuando hay que tirar de cantera, de imaginación y de rutina. Y nos vemos obligados a descubrir el encanto de las cosas que nos rodean y a las que apenas les hemos prestado atención. Como, por ejemplo, el queso azul, que está poniendo un toque de felicidad en mi vida que no esperaba a estas alturas.
Y es que siempre te sorprende aquello que menos te esperas.
PD: No se me puede deolvidar poner un par de recetillas con queso azul. Son recicladas, pero en esta época de control+c, control+v, quién sabe lo que es o no plagio...
viernes, 18 de marzo de 2011
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Y millones de personas pensado que la fórmula de la felicidad era la de la Coca-Cola y resulta que no, que es la del queso azul...
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