jueves, 10 de marzo de 2011

Experiencias orientales

Aparco el coche. Cruzo una puerta que me transporta miles de kilómetros al este, cerca del sol naciente. La tienda es espaciosa, con múltiples secciones.

Primera parada, sección textil. Hay un curioso olor, entre fertilizante y de pastilla de encender chimenea que salta a mis fosas nasales. Pienso en verme vestido con un chandal y, automáticamente, salir ardiendo. Al pasar por la sección de ropa interior el pensamiento anterior me hace salir huyendo.

Segunda parada, sección menaje del hogar. Aquí la cosa parece más normal, pero las marcas de los productos tienen letras equivocadas. Podemos comprar una genuina cristalería de bobiera, que deben ser unos alemanes muy tontos. Tampoco busco nada aquí.

Tercera parada, sección decoración. Me tienta sacar el móvil y hacer una foto. Una auténtica alianza de civilizaciones convive en la estantería. Budas, belenes, vírgenes y crucifijos se dan la mano con gatos que mueven la patita de arriba a abajo. Seguiría mi camino hacia otra sección, pero el estupor me paraliza. Ni siquiera me acerco a mi sección talismán, la de electrónica. Una auténica radio Sonya por tan solo 15 leuros es algo difícil de rechazar.

Cuando por fin me recupero, pienso en darme un capricho, una agendita para apuntar cosas para el blog, ya que siempre se me olvidan. Pero la idea de llevar otro chisme más encima me disuade.

Y el caso es que no recuerdo por qué he entrado...

4 comentarios:

  1. Vd. ha estado en Olula, pillín. No me engañe... Qué bien vivimos, qué viajes más apasionantes. Y eso que no ha cogido el avión de Laroyan Airlines que hace escala en Tahal.

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  2. No solo en Olula, he estado en cierta localidad que se acaba, objeto de mis deseos inmobiliarios. Todo ello con la compañía P.P.-Tours, que son unas genias del turismo.

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