Me acuso de ser culpable. No se de qué, pero seguro que lo soy. Todo el mundo me señala, así que lo seré.
Me acuso de mis evidentes carencias emocionales. Que, por supuesto, no faltan en otros sitios.
Me acuso de mi falta de profesionalidad. Afortunadamente, se ve compensada por el exceso de profesionalidad emanante de otros. Y que, sin duda, me pone aún más en evidencia.
Me acuso de no luchar por lo que creo mejor y justo. Para qué si los beneficiarios no lo necesitan por ser ya justos y buenos.
Me acuso de mis evidentes carencias personales. No acabaría nunca.
lunes, 21 de marzo de 2011
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