Ya ha caído la noche. He cumplido con mis múltiples obligaciones, tanto profesionales como personales y alimenticias. Y este es mi momento del día. El ratito antes de irme a la cama.
A veces me ahoga el silencio, solo roto por mis dedos sobre el teclado. A veces una tele lejana, o un niño llorando. Pero casi siempre el silencio me rompe mis oídos.
Intento buscar la lección de hoy, la imagen que permanecerá imborrable en mi mente con los guarismos de un día que se apaga. Mis ojos comienzan a cerrarse. Mi mente quiere relajarse, pero la obligo a un último esfuerzo. Quiero que se gane su descanso.
Mis pensamientos son granitos de arena flotando en el agua, buscando la orilla para descansar. Mi mente los lanza a tierra, pero algo los obliga a volver a casa, al mar del que salieron y del que, en el fondo, no quieren salir.
Si se secaran, morirían.
martes, 29 de marzo de 2011
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