He de admitir que me equivocaba. Mis ojos mandaban una información a mi cerebro que este no sabía, o quería, interpretar bien. Pero creo que ahora está todo claro. Mi voluntad de lucha no puede contra la voluntad, o mejor, la no voluntad del mundo que me rodea. Quizá quería emular a don Quijote o quizá me creía con poder suficiente para mover mi mundo, pero he comprendido que no puede ser. Al final me acabaron tomando por un loco, que es justamente lo que soy.
Me quise igual a los demás, cosa que no es cierta. Nunca he sido ni igual ni como nadie. Y nunca lo seré. Los malos teoremas parten de falsas hipótesis y yo soy justamente eso, una falsa hipótesis. Jamás debí salir de mi lugar. O quizá debí elegir bien. Pero al menos reconozco que eso no lo sé hacer. Menos da una piedra.
Y mientras el mundo gira, yo he decidido pararme. Dejaré de ser el burro que empuja y me iré con mi burrería a otra parte.
lunes, 21 de marzo de 2011
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