Ya ha caído la noche. Me llegan las voces y los gritos de un mitin, con sus aplausos correspondientes. A fin de cuentas estamos en campaña y hay que mendigar el voto para seguir en la brecha.
La cadencia de la voz no me deja oír las palabras del orador. Quizá también el desinterés. Sigue hablando de cosas, la gente le aplaude. Y vuelta a empezar.
¿Qué triste, no?
viernes, 13 de mayo de 2011
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