martes, 10 de mayo de 2011

Silencio pictórico



Supongo que será de noche, algo tarde. En el edificio del fondo apenas se ven luces y las persianas están a medio bajar. Las ventanas se adivinan abiertas, por lo que quizá sea verano. Hay dos tiendas. Curiosamente en una se ve la nitidez de la inexistencia de mercancía y en la otra sí se adivina algo de género. Algo se nos oculta.

El bar está vacío. Una puerta un tanto falsa, con un ventanuco, hace su papel de baño imaginario. Un hombre nos da la espalda. No vemos lo que hace. Otra vez. Quizá apure los restos de un café, quizá sea el último wisky. Personalmente, creo que lee el periódico. No tengo indicios de ello, por eso me lo parece. Quizá sostenga un cigarrillo, que mira mientras piensa algo, mientras espera la siguiente calada.

En el otro lado del triángulo, porque la barra parece un triángulo, una pareja se toma algo. Guardan cierta simetría. Las tazas fuera, las manos dentro. Parece una taza de café. Ella sujeta algo en sus manos. El parece mirar al infinito. Parecen enfadados el uno con el otro. Sombrero de ala ancha y vestido rojo no parecen un buen presagio. O un buen final.

Dentro del triángulo está el camarero, de blanco impoluto. Pareciera un heladero. Se nos oculta lo que hace, diría yo que friega. Mira a la pareja, quizá a un componente más que otro, pero pareciera una mirada más de cansancio que de interés.

La calle está desierta. Quizá no pase nada. Quizá no tenga que pasar nada, porque es de noche. O se supone que es de noche. Cuando no pasa nada. O pasa lo que no se ve. Parece que lo que se ve es lo que menos interesara.

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