En estos días en los que blogger nos dejó huérfanos, publiqué una entrada sobre las oportunidades perdidas que, ironías de la vida, se ha perdido.
El caso es que, decía, a veces nos empeñamos en que las cosas tienen que ser tan perfectas que al final se acaban arruinando. Tan obsesionamos estamos en que todo salga bien que dejamos escapar otras cosas a las que no damos importancia. Sin darnos cuenta de que lo que durante un tiempo fue perfecto ya no lo es. Y entonces comprendes que no hay verdades inmutables, y que la vida fluye sin que nada se pueda hacer por evitarlo. No hay que forzar que las oportunidades sean únicas. Hay que seguir el camino.
Y sufrir las consecuencias.
domingo, 15 de mayo de 2011
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