Las palabras son como piedras. Son una losa en nosotros.
Si los pájaros hablaran, no podrían volar.
Esas pequeñas enemigas de la vida cotidiana, pero imprescindibles en nuestras relaciones. Las palabras pesan como una losa, son una carga, especialmente cuando existe compromiso. Aunque hay veces que las palabras se las lleva el viento. Nunca sabemos dónde está el punto medio.
Y vamos arrastrando una bola negra, encadenada a nuestro pie. Cada vez más grande, más pesada y más negra. Junto con nuestro uniforme a rayas. Vagando por la cárcel de las palabras sabiendo que nunca saldremos de ella.
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