Las palabras designan de verdad cuando se vive con ellas a solas.
Silencio. Tanto hablar, tanto inventar, tanta gramática y, al final, la mejor forma de comunicarse es el silencio. Un gesto, una mirada. Yo estoy convencido que a este mensaje que emito al mundo está asociado un estado de ánimo que, si se mira bien, se puede buscar entre estas torpes palabras.
Intento que haya algo más sin decirlo, porque decir que estoy cansado, que quiero irme a dormir, pero algo me retiene a este teclado. También diría que en algo he metido la pata contigo. Me gustaría disculparme, pero tu opacidad no me deja. Diría también que lo siento. Que lo he pensado miles y miles de veces, pero que lo siento. No tienes la culpa ni la tengo yo tampoco. Quisiera decir que yo siempre he sido así, y que mis circunstancias actuales no me han hecho distinto o más interesante, porque no he cambiado. Porque lo llevo en mis genes. Me gustaría decirte que no hagas el tonto más. Me gustaría que alguien me iluminara sobre ciertos temas. Me gustaría saber qué he hecho mal y por qué hemos llegado a esta situación.
Me gustaría decir tantas cosas, pero las palabras no me dejan, porque no significan lo que quiero.
martes, 26 de abril de 2011
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