sábado, 9 de abril de 2011

Terremotos

Diríase que a veces tiembla mi tierra. Ese movimiento sísmico puede tener las más diversas causas, pero es cierto que se produce. Casi que se diría que con cierta regularidad. Ese terremoto a veces es tan fuerte que derrumba alguna de mis creencias más creídas y a veces hasta queridas. Es capaz de derrumbar mitos. Y a veces es tan fuerte que derriba las vendas que en ocasiones pongo delante de mis ojos.

Y, como en los terremotos de verdad, las consecuencias suelen ser devastadoras. Destrucción, desolación e incluso muerte. Lo peor suelen ser los edificios que se caen sobre otros, que hacen que se derrumben también, cuando éstos no tienen culpa. Siempre caen los más altos, quizá porque sus cimientos son muy frágiles. Los otros resisten, pero en ocasiones se ven arrastrados y acaban por caer.

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