Desde las alturas, con el mocho en las manos, observo un espectáculo fascinante. Un grupo segregado en dos partes. Por un lado, juegos de azar. Por otro, la palabra.
Parapetados tras sus respectivos personajes, disfrutan de una soleada tarde de viernes, ajenos a las preocupaciones de lo cotidiano. Acaba la semana y es momento de relajarse del estrés propio e inducido...
viernes, 1 de abril de 2011
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