Estoy tumbado en un sofá. La orientación es distinta a la habitual, al igual que el sofá. Estoy a casi mil kilómetros del sofá, de mi sofá.
He pasado frío durante todo el día. No me acostumbro al norte, y eso que llevo pasando un par de años por aquí cierto tiempo y nunca acierta uno con la ropa.
Paramos a comer en el camino. Un restaurante regentado por una familia. Una señora de cierta edad nos prepara unas migas impresionantes, unas habichuelas que parecen mantequilla y un ternasco delicioso. Y de postre, cuajada.
Llegamos a nuestro destino. Nos recibe la lluvia y un cierto color gris. Hotel coqueto. Ampliamos vocabulario.
Me tumbo en la cama y en plena sierra navarra pongo una emisora de country por Internet. Todo me parece un poco extraño.
Doy un paseo, compro chocolate, descubro un frontón. Ducha, cena ligera y a dormir.
martes, 19 de julio de 2011
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