Llego a la Puerta de la Justicia, ante el altar donde los Reyes Católicos recibieron las llaves de la ciudad de un Boabdil a punto de la lágrima.
El altar dicen que es precioso, dicen que es de la Virgen de la Antigua y dicen que se abre no se qué día del año. Son las cosas de esta ciudad, se tienen cerradas para que no se estropeen.
Recorro la puerta en silencio y bajo a la fuente de Carlos V, justo debajo de la Puerta de la Justicia.
Es hora de regresar. El camino es ahora más silencioso y descubro la Puerta de Bibrambla, descansando entre los árboles.
El ruído del agua me acompaña cuesta abajo.
Paso de nuevo por la Puerta de las Granadas y el espíritu de la Alhambra me acompaña unos metros más. Inundan la calle el sonido de los lutiers, de la guitarra recién construída y que unas expertas manos están haciendo sonar por primera vez. Un cajón la acompaña unas tiendas más abajo. Y, conforme me acerco a Granada de nuevo, se pierde el sonido de la tranquilidad y ahogado el jaleo de la ciudad, con sus coches, sus turistas, su gente que parece ocupada y que va y viene.
Me merezco un premio. Helado de los Italianos. Y a casa.
lunes, 4 de julio de 2011
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