viernes, 29 de julio de 2011

¡Ayuda!

Serían las cinco de la mañana. Se oía una especie de forcejeo y a continuación un grito desesperado de ayuda. Al oír el nombre de uno de mis vecinos me asomé al balcón a ver qué sucedía. Un joven gritaba de dolor. En principio creí que le habían atracado, pero decía que algo le quemaba. Un taxista que pasaba por aquí se paró y empezó a tranquilizarlo.

Todos los vecinos poco a poco se fueron, nos fuimos, asomando. Llamadas a la Policía y Ambulancia. Primero llegan los policías locales, luego los nacionales. En principio hay algo de confusión entre ellos, pero desalojan los taxis y dejan sitio libre. Atienden al accidentado. Parece ser que está quemado. Sigue gritando. Exclama "¡Mis papeles! ¡Están dentro!" Una policía lo tranquiliza.

Una vecina chilla sin cesar. Sale fuego de la habitación donde dormía el joven, en una casa abandonada, muy cerca de la suya. Los bomberos están en camino. Un vecino aparece un con extintor.

Intentan aliviar al joven con agua para las quemaduras. Los vecinos forman una cadena y van llevando agua para apagar el fuego, que apenas se adivina salvo por una intensa humareda. El joven sigue gritando sin cesar. Debe tener el cuerpo quemado. Llegan los bomberos. Tranquilidad por una parte. Pero la ambulancia no aparece. Nos piden una sábana para el accidentado, bajo a entregarla y es entonces cuando se lo llevan. Tiene la cara quemada y la carne viva en la espalda. Sugieren que no se use la sábana y se llevan al accidentado a la ambulancia, que se queda en la entrada de la calle ante la imposibilidad de llegar a la misma puerta de la casa. La causa, el camión de bomberos se ha quedado atascado por culpa de un coche mal aparcado. Afortunadamente, no ha hecho falta su intervención.

Aprovecho para preguntar que ha pasado. Los vecinos de al lado me dicen que oyeron ruido y gritos. Por lo visto, mientras dormía en su improvisado refugio prestado desde hace tiempo, unos amables jóvenes que venían de divertirse pensaron que una agradable forma de acabar la noche sería echar algo ardiendo al hogar de este joven. Y eso hicieron. Afortunadamente ellos estaban despiertos y se dieron cuenta antes que nadie de lo que sucedía. Espero que los ideólogos de esta forma tan estupenda de acabar la noche tengan algún día una experiencia similar. O, por lo menos, una muerte lenta y dolorosa, acorde a lo cabrones que son.

Busco en la prensa noticia del suceso, pero no sale nada. Espero que el joven esté bien y se recupere pronto. Se lo deseo desde aquí.

Como en toda tragedia que se precie, siempre hay una gota de humor. Mientras todo esto sucede, uno de los salvadores no para de hablar por teléfono. No se a quién llamará a las 5 y pico de la mañana de la mañana, pero el interlocutor/a parece animado/a. Quizá para notificar algo relativo a un juego que se traían entre manos. Por lo visto, nosequién besó a nosequién, que es natural de Burgos. Seguiremos informando.

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