Yo, que elegí el camino difícil, resulté ser un tonto por ello.
Por mantener lealtad a lo que significamos y no traspasar la línea que separa los dos mundos de la vida me dijeron que nunca sería nada. Lo aseguran con cara seria mientras me regañan, mientras pienso que qué culpa tengo yo de haber nacido como soy. No creo que sea bueno cambiar por una fugaz risotada la sincera sonrisa de toda una vida.
Quizá debería usar los ojos nuevos para apreciar los matices que se me escapan, pero necesitaría un corazón nuevo para que gobernara esos nuevos ojos. El mio esta viejo y no se adaptaría.
Posiblemente ya no todo sea igual, no se puede detener el tiempo al igual que no se puede parar una ola que va a chocar a las rocas del acantilado. El mundo habrá girado de nuevo, lo que pasa es que esta vez no nos hemos dado cuenta.
Aun a pesar de todo me mantendré fiel a mis convicciones. Es lo único que nos redime a los desdichados como yo.
miércoles, 29 de junio de 2011
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